Cuando se le increpó al Ministro de Transporte de España, José Luis Ábalos por su reunión con la vicepresidente de la dictadura venezolana Delcy Rodríguez, y se pidió su dimisión, este respondió “Otros quizá estén en política de paso. Yo vine para quedarme y no me echa nadie”. Esa frase resume toda la administración del Presidente de Gobierno Pedro Sánchez y su gabinete.
Carlos Augusto Díaz
Licenciado en Estudios Internacionales
La frase podría ser adjudicable a Delcy Rodríguez, y de cierta forma tendría más sentido, viniendo de alguien que ha ocupado las más altas posiciones en un régimen que se ha mantenido veintiún años bajo esa premisa; uno que se ha quedado utilizando todas las estratagemas posibles, desde la violencia, hasta la malformación de las instituciones nacionales, pero el gobierno de Pedro Sánchez aprende rápido, y disfruta alardear sobre eso.
Son tres las versiones que ha dado el ministro Ábalos en pocos días, y a decir verdad, cada explicación que da complica más a su gobierno e involucra a más personas. Inicialmente dijo que se encontró con ella de forma fortuita, mientras iba a recibir a su íntimo amigo Félix Plasencia, Ministro de Turismo de la dictadura, y que este lo convenció de saludarla; luego dijo que aprovechó encontrarse con su amigo para recordarle a la señora Delcy que no podía tocar suelo español; y por último dijo que fue encomendado por el Ministro de Interior de España, Fernando Grande-Marlaska, a encargarse del asunto.
El mismo estupor que corre por las filas del PSOE no permite aclarar realmente por qué Ábalos se encontró con Rodríguez, ni por qué fue él exactamente y no algún otro representante del gobierno español con un cargo más adecuado a las circunstancias. Si ciertamente el encuentro fue fortuito y sólo la saludó por sugerencia de su amigo Plasencia, muestra cuan ingenuo y desafortunado es el Ministro de Transporte. En primer lugar, no puedes acercarte a saludar a una personalidad sancionada por todos tus socios occidentales por sus violaciones a derechos humanos, en plena violación de las mismas sanciones con las que carga, simplemente es inadmisible debido a tu investidura, que le otorga vaho de oficialidad; por otra parte, ya es bastante cuestionable que un ministro de un Estado que reconoce a Juan Guaido y que sanciona al chavismo reciba en el aeropuerto a un ministro de Maduro, por muy amigos que sean, el recibimiento le da otro aspecto de oficialidad.
Ahora, digamos que Ábalos se encontró en la incómoda situación de convencer a Delcy Rodríguez de que podía ser apresada por eso, lo mejor hubiese sido referir el evento al Ministerio de Relaciones Exteriores, de Interior o a alguna vicepresidencia, pero ahí es a donde quiero llegar, a la última declaración de hechos, donde dice que fue Marlaska quien lo envió a tratar con Rodríguez, siendo más competencia de este último que de Ábalos. La realidad es que el incidente era tan incómodo y quien lo manejase sería tan cuestionado que nadie quería hacer frente al asunto, es por eso que al Ministro de Transporte, quien según iba a ver a su amigo le toco bailar con la más fea.
Claramente el señor Ábalos no va a renunciar, ni lo echarán. Le deben el cargo. Los socios de España ven con consternación todo este asunto, y ya ha tenido el reclamo de Estados Unidos. Todo el tema del avión creó un cisma dentro de la Unión Europea en el que no se entiende el razonamiento español, que se defiende diciendo que Delcy no tocó suelo español sino zona de transferencia internacional que no es lo mismo (claro, ahora afloran los tecnicismos) pero la realidad es que la ley de sanciones aclara que aquellos sancionados no pueden ingresar en territorio europeo ni transitar por él.
El chavismo sabía lo que hacía programando un aterrizaje en suelo español, es una provocación, con la absoluta garantía de que el gobierno español no haría nada al respecto, y que finalmente se saldrían con la suya. Ahora que las papas queman nadie quiere hacerse responsable por el manejo del incidente, el Ministerio de Interior no aclara si fue Marlaska quien envió a Ábalos, el Ministerio de Exteriores se lava las manos diciendo que se enteraron de que Rodríguez viajaba en el avión solo a dos horas antes del aterrizaje y Sánchez no agrega nada más felicitar a Ábalos.
Haya sido por ingenuidad o por premeditación, es otro escándalo que se suma a la larga lista de concesiones del PSOE a grupos oscuros, y demuestra que la causa de la libertad en Venezuela perdió un aliado, al menos mientras Sánchez, Iglesias y Zapatero sigan sirviendo de bisagra al chavismo.