Por Alejandro Rameth Aréstegui Callo
En la primera parte del artículo se definieron de forma sucinta los aspectos más básicos que promueven tanto los postulados objetivistas randianos como los que propone la tesis humanista retórica de Grassi; en esta segunda parte abordaremos una seria crítica a las afirmaciones ontológicas que el objetivismo sostiene sobre la antropología del hombre y sus conceptos básicos más pregonados.
En cuanto a los aspectos de la mente y cuerpo del hombre, el objetivismo desde un punto de vista antropológico trata de responder cuál es la naturaleza del hombre, si es que es material, espiritual o ambas, en este tema los objetivistas plantean una interrelación entre los conceptos axiomáticos de existencia y conciencia, sin embargo, no llega a concebir o afirmar que existe un alma que trasciende a planos divinos o místicos. Aunque parezca contradictorio, Ayn Rand siempre buscó crear una concepción heroica del humano, otorgándole ciertos atributos que fortalecen su concepto de humanidad, siendo el prototipo de hombre el héroe capaz de domar sus pasiones y conquistar su felicidad, el concepto del hombre como un ser heroico que busca su propia felicidad que además de ser su meta es su propósito moral en la vida, a través de una llamada conquista productiva como una actividad noble y la razón como un aliado absoluto. Esto claramente se contrapone a los valores antiguos que predicaban los humanistas retóricos, puesto que tiene una visión sesgada y bastante peculiar de lo que es ser heroico, a pesar de ir en contra de los cánones que predican el romanticismo, su concepto heroico fue inspirado por la obra de Lord Byron, no obstante para los antiguos griegos y romanos el ser heroico era dotado no solamente atributos, sino que era un ser provisto de grandes valores los cuales eran irrenunciables y que a su vez marcaban pauta en sus acciones que buscaban trascender no solamente en su vida como individuo sino también quedar en la historia como alguien que entregó su vida por una causa mayor y de proporciones mitológicas, esto es un concepto mucho más apropiado y que concuerda con la definición de heroico, ya que el objetivismo con este concepto de héroe peca de ser hedonista individual y bastante materialista, ya que al no existir planos superiores, su autosatisfacción se ciñe a un alcance bastante limitado y reducido.
La idea del superhombre de Rand pareciera que se remonta al optimismo antropológico y perfectibilidad humana de la época de la ilustración, donde se terminó por endiosar a la razón, ocultando a los demás atributos y virtudes bajo el manto de una supuesta “superstición”, se podría decir que esta racionalidad extrema inclusive puede pecar de ingenua; además de qué se contrapone radicalmente a los coherentes y bien planteados postulados del renacimiento inicial, el humanismo retórico en ningún momento está en contra de la razón, pero sólo considera una herramienta útil y no una virtud primordial única en el hombre. Esta excesiva concepción antropológica del objetivismo se contrapone completamente a la tesis de Grassi, ya que la línea retórica del humanismo es aquella que cultiva cuestiones relativas a la importancia de la palabra, que es un atributo igual de importante que la razón, adicionalmente realiza los planteamientos de filosofía contemplativa y filosofía activa, el cual aporta algo concreto, una ayuda para facilitar el estudio y mejor comprensión de las humanidades, así como reivindicarlas.
El pensamiento grecolatino clásico, se puede entender mejor a través de un análisis metafórico, usando la imaginación, muy vinculado al mundo sensible y que va más allá de un simple concepto, tal como lo explica Cicerón y Quintiliano, el aporte del humanismo retórico va más allá de la historia y la literatura, sobre todo para aquellos que niegan una connotación filosófica al humanismo retórico, que se basa en una postura racionalista propia del modernismo y el posmodernismo, aunque para Ayn Rand las ideas Descartes no fueron tan inspiradores para ella, si podemos aseverar que para los subjetivista la filología, la historia incluso la retórica y la poesía abarcan un campo lejano de la filosofía, ya que según su visión no podrían contribuir a una distinción y claridad de ideas, sino que no harían más que endulzarlas sin llegar a un resultado claro, esta excesiva mentalidad racionalista que también se les puede atribuir a los objetivista parte de una premisa aristotélica de silogismo lógico, y que por lo tanto adquiría el rango de científico al ser basado en un método, los humanistas rechazan esta postura ya que esa supuesta ambigüedad de términos no es perjudicial sino que demuestra que la realidad puede cambiar y ser constantemente notable, y es que la realidad a través de una supuesta ciencia se ha visto enjaulada a través de sistemas de métrica rígida que expresan la realidad per se, que el mundo está en un eterno cambio.
Yendo a otro campo, un objetivista consideraría que el sentido común y la intuición escapan de los sentidos y no es racionalidad, por lo tanto no sería una herramienta útil al momento de filosofar, pero al querer fijar conceptos la filosofía ha tratado de explicar ciertos conceptos pero con una mala utilización del lenguaje, han tratado de elaborar una especie de lenguaje racional, yendo contra la propia naturaleza de éste, un objetivismo bastante racionalista, lógico incluso analítico se contrapone al uso de lenguaje apriorístico, ingenioso e inventivo que tanto valoraba Vives, Gracián y Vico. A esto hay que añadirle como un buen sistema posmoderno de carácter europeo continental, el objetivismo supuestamente aristotélico haría una diferencia clara e irreconciliable entre “logos” y “pathos”, por lo que superaría ese debate eterno entre la retórica y la filosofía, no son antónimos sino complementarios, como podemos apreciar en la metáfora, la cual traslada significados para hacer posible una manifestación del ser, y allí radica también el problema del objetivismo. El propio Heidegger menciona que la tradición occidental moderna incurre en error al haber partido del estudio de lente y no del ser. Esto es bastante importante ya que de acuerdo a la concepción epistemológica y ontológica lo que el objetivismo ha terminado definiendo es una especie de ente y no al ser, ya que se ha realizado una abstracción de los objetivos y elaborar un concepto claro (definiendo al hombre como un animal racional e individual que lucha por auto realizarse y sobrevivir). Esto es un error garrafal puesto que el ser es muy difícil y complicado de definir racionalmente, mientras que lenguaje poético, metafórico e incluso ordinario puede definir con mayor claridad, ya que la razón no es el único conocimiento válido, ya que solamente lo científico sería válido por estar de acuerdo al silogismo del principio de no contradicción, tratando de fijar la esencia de la realidad dentro de una definición.
Para finalizar, puedo indicar que el objetivismo, al ser una corriente filosófica racionalista pleno parte de una errada ontología, una teoría de ente que trata de definir al humano, siendo la razón su atributo mayor ya que supuestamente es capaz de representar una esencia inmutable de la humanidad, sin embargo gracias al humanismo retórico podemos demostrar que esto no es cierto, ya que el problema no es un concepto fijo, ya que es muy estable sólo a través del uso correcto de la palabra y el uso de recursos tales como el ingenio que trata de interpretar, se requiere profundizar en la filología, es decir el querer a la palabra y darle su lugar respectivo, no rechazar el lenguaje cotidiano sino que el sentido común y el lenguaje es lo que nos ha permitido desarrollarnos y podernos expresar mediante una historicidad que está ligada a la realidad, el usar diversos significados a una sola palabra es correcto puesto que permite expresar el carácter mutable de la realidad, esto se hace de forma bastante espontánea ya que consta de un ingenio el descubrir los conceptos diversos, lo cual hace que el filósofo tenga que tener un bagaje de palabras y un léxico impecables y extensos, esta postura humanista ensalza herramientas tales como la invención, el ingenio, ir más allá del principio de no contradicción. Considero yo que la ironía que Grassi encontró en su maestro Heidegger, el cual criticaba el uso de la metáfora sin embargo no podía evitar utilizarla, también es extrapolable al pensamiento de Ayn Rand, ya que la palabra poética sigue siendo preeminente, y que va más allá de un simple esquema racionalista de la metafísica objetivista.
Debido a los constantes esfuerzos objetivistas, bastante tendenciosos por cierto, de querer englobar al movimiento liberal o libertario dentro de un único esquema filosófico, es mi deber alzarme y negar dicho planteamiento totalitario por parte de algunos randianos y promover una tercera corriente que discrepe tanto con la metafísica racional del objetivismo, como de la escolástica tomista o del materialismo dialéctico marxista; es así que todas estas corrientes no ayudan a resolver los problemas de la vida cotidiana de los individuos y las sociedades, lo cual constituye la crisis tanto de la filosofía, como de la ética, la moral y las ciencias de humanidades; el humanismo retórico aporta a la formación de ideas ya que contribuye directamente al proceso de formación del ser humano desde muy joven, ya que en el esfuerzo de enlazar las palabras y las cosas se supera, esto demuestra que no hay antonimia entre la retórica y la filosofía, no son enemigos irreconciliables, sino que deben de ser complementarios, es por ello que la visión integral humanista del hombre, supera tanto el concepto tomista como a la definición objetivista del humano, ya que a diferencia de las escuelas ortodoxas, el humanismo retórico emplea las llamadas humanidades, entre las cuales destacan la filosofía, la historia, la filología, la literatura e incluso la teología y el esoterismo, ya que todas estas disciplinas enriquecen el desarrollo del humano a través de sus distintos matices o formas de expresarse y aportan un sentido mucho más rico al fin de su existencia, superando ampliamente a aquel vago y abstracto concepto objetivista de un hombre pura y absolutamente racional.
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