Por Juan Carlos Pozo
La economía mundial se dinamiza gracias al comercio internacional, siendo la globalización y sus tendencias como el libre comercio el principal facilitador del comercio exterior. En este sentido, el paso del comercio internacional hacia el comercio global ha sido uno de los acontecimientos más trascendentales en el ámbito económico en los últimos años, convirtiéndose la globalización un facilitador para el proceso comercial
Por otro lado, es ampliamente aceptado que el libre comercio y los procesos de integración económica ofrecen a los países menos desarrollados, grandes oportunidades para mejorar sus condiciones de acceso a mercados globales, desarrollando estrategias integrativas cada vez más eficientes, un ejemplo es el caso del ALCA, el cual representa un mercado de 757 millones de personas, no obstante, estas ventajas deben ser aprovechadas de correcta manera, ya que dependen de los distintos modos de inserción de cada uno de los países en el comercio mundial, de su estructura productiva, de su dotación de recursos y del funcionamiento particular de su mercado laboral (Valladolid. 2004). De igual manera, la globalización tecnológica tiene relación directa con la competitividad de las empresas, instituciones, organismos e incluso con los entes estatales, donde las nuevas tecnologías incorporan capacidades operativas que antes requerían de un mayor esfuerzo, haciendo que el trabajo y la producción sean óptimos en un tiempo estimado. Lo anterior, promueve cambios en los sistemas de innovación nacional, además de impulsar reformas estructurales de la economía.
¿Cuáles son los beneficios de la globalización?
Mejores condiciones de vida
Una de las principales ventajas de la globalización es la considerable mejora del nivel de vida en los países en desarrollo. Según el Banco Mundial, la pobreza extrema se ha reducido en un 35 % desde 1990. Además, la primera meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad el índice de pobreza de 1990 en 2015 se alcanzó cinco años antes de lo previsto, en 2010. Alrededor de 1100 millones de personas han salido de la condición de pobreza extrema desde entonces. Cabe recalcar, que los países con mayor grado de apertura económica tienen acceso a importantes mejoras tecnológicas sin atravesar las dificultades a las que se enfrentaron los países en vías de desarrollado.
Mayor creatividad e innovación
La competencia en el ámbito internacional puede fomentar la creatividad y la innovación a nivel local, y ayudar a las empresas a mantenerse por delante de sus competidores. Este impulso en post de la calidad y el precio puede mejorar los productos y mantener los costos bajos. La libre circulación de la mano de obra y del capital implica que las ideas de los países desarrollados puedan impulsar la innovación en todo el mundo. Antes de la globalización, era muy difícil conseguir financiamiento para una idea en un país en vías de desarrollo.
Bienes y servicios más asequibles
Los costos más bajos ayudan a que la población de los países en desarrollo y desarrollados tenga mejores condiciones de vida con menos dinero. La disminución de los costos arancelarios, de fabricación y logística a precios accesibles ha reducido el costo de vida de todos los habitantes del mundo. El sistema de comercio mundial también ha hecho posible el acceso a una gran variedad de alimentos a precios más bajos.
Movilidad laboral
Una de las críticas más comunes del sistema de comercio mundial es el traslado de los puestos de trabajo, especialmente en el sector industrial, de los países menos desarrollados a los países en desarrollo. Los trabajadores menos cualificados que pierden sus puestos en el sector industrial en los países desarrollados suelen tener dificultades para encontrar un trabajo nuevo y con una remuneración similar. La pérdida de los empleos en los países desarrollados crea una doble tensión en los sistemas de bienestar social de esos países. Cada vez son más las personas que necesitan ayuda y la pérdida de los puestos de trabajo se ve reflejada en la reducción de los ingresos tributarios necesarios para financiar los sistemas de bienestar social.
En conclusión, la globalización podría ser una oportunidad para que las economías desarrollen sus industrias, lo cual podría ayudar a que los países no sólo diversifiquen sus productos de exportación, sino que también se vea beneficiado de la transferencia de tecnología que se da precisamente a través de la apertura e integración comercial. En este sentido, es fundamental promover políticas públicas que permitan una disminución de trámites engorrosos y barreras arancelarias. Sin embargo, existe una gran presión impuesta por parte de grupos empresariales, sociales y políticos, los cuales se oponen a cualquier forma de integración y apertura comercial, esto debido a las diferentes prebendas por parte del Estado de las cuales se han visto beneficiados durante décadas. En Ecuador, un claro ejemplo es el sector agrícola, el cual siempre ha exigido la imposición de aranceles a productos importados, o el establecimiento de precios mínimos sus productos, y ante cualquier negativa estos presionan al gobierno a través de huelgas y paros, lo cual ha generado que la industria nacional no alcance economías de escala, ni que emprenda un proceso real de innovación de sus procesos productivos.
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