Siempre recurro a la parte emocional para explicar mi pasión innata por la libertad, y es que, si bien es cierto que ante todo debemos de ser prácticos y mantener los pies sobre la tierra, no podemos olvidar la naturaleza del ser humano, su psicología, o, en otras palabras, su esencia más pura. El hombre es un ser emocional, nos dejamos llevar por nuestros instintos, reaccionamos más rápido ante aquellas cuestiones que consiguen despertar en nosotros nuestra atención. Con las ideas pasa exactamente lo mismo; son las que nos levantan pasiones las que decidimos defender a capa y espada.
Defender la libertad no se queda atrás en este planteamiento humanista. El ser humano, desde su origen, está programado para ser libre, es nuestro objetivo vital. Ir en contra de la libertad es ir en contra de nuestra propia naturaleza. Desgraciadamente, hemos visto como a lo largo de la historia, un determinado grupo de personas siempre han utilizado mecanismos para atentar contra la libertad de los demás imponiendo sus modelos de vida: emperadores, monarcas absolutos, dictadores… etc, y actualmente vemos como son los políticos quienes hacen lo mismo utilizando a su antojo el sistema que hemos denominado “democracia”. Afortunadamente siempre ha habido pequeños grupos de personas que han alzado su voz, para simplemente alcanzar el fin último del ser humano. Defender la libertad siempre ha sido cuestión de minorías, de valientes que han luchado contra viento y marea. Es gracias a esos pequeños grupos de individuos a quienes les debemos los mayores cambios y progresos que nuestra sociedad ha sufrido.
Es por ello que debemos de estar tan agradecidos con el individuo, porque el motor del avance, del cambio, siempre ha venido de su mano. Mientras que siga habiendo valientes que sigan alzando su voz, no todo estará perdido. Defender la libertad es una labor apasionante, una auténtica carrera a fondo llena de obstáculos, baches y trampillas, pero es tanto lo que nos une, tanta la pasión que nos llega por alcanzarla, que merece la pena, siempre merecerá la pena.
No todo está perdido.
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