Fernando Aragón
Estudiante de Ingeniería Electrónica.
Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Guatemala.
En todos los países los gobiernos implementan políticas públicas que afectan en buena o mala forma a sus economías, están los que intervienen poco y los que regulan todo; y hay regulaciones de todo tipo ya sea en temas como exportaciones o importaciones, la moneda, impuestos y regulaciones, como también los salarios.
Cuando hablamos de los salarios podemos pensar que toda política que se tome para aumentarlos es correcta y tendemos a pensar que las medidas dispuestas por ley vienen de políticos que se preocupan realmente por sus pueblos. Ningún político honesto y que busque el bienestar de su nación implementaría políticas que hagan lo contrario, y buscar la manera en que los ciudadanos prosperen es sin lugar a duda su deber.
Debido a esta mezcla entre la política y la economía muchas veces las opiniones acerca de los salarios se alejan de los factores económicos. No hay que olvidar que un salario es en realidad un precio, pero no del trabajador, como algunos quieren hacer creer, sino de los servicios que éste presta. Y como todo precio, se fija por la oferta y demanda dependiendo de factores como la rama de producción, por empresa, etc. Esto es aplicable no sólo en países con libre mercado, sino también en los de economía más o menos intervenida.
En el mercado laboral, como en cualquier otro mercado, la relación entre las partes es de ganar-ganar; tanto el trabajador como el patrón reciben más a cambio de lo que ofrecen. Además, un decreto no aumenta el precio del trabajo de una persona solo porque ahora es ilegal un pago menor. Al contrario de lo que se desea esto lo que genera es un salario menor en la economía ‘informal’, perdiendo así resguardos legales que puedan tener; o peor aún, cayendo en desempleo.
Tampoco debe pensarse en el salario nominal (o sea la cantidad de dinero recibida) sino en el salario real (poder adquisitivo) que se traduce en los bienes que puede comprar con el dinero que recibe.
No tiene sentido entonces elevar por medio de un decreto los salarios en dinero si los bienes no aumentan porque generaría una subida de precios y el trabajador, a pesar de tener un aumento, no va a comprar más con su nuevo salario de lo que ya compraba antes.
Obviamente nadie está en contra de que se aumenten los salarios, pero una disposición gubernamental puede ser una mala idea, la mejor manera de elevar los salarios es incrementando la producción del trabajador y esto se logra por medio de la inversión.
Como último dato algunos de los países que no poseen una ley de salario mínimo son Dinamarca, Austria Finlandia, Suecia, Islandia y Suiza y, sin embargo, poseen los salarios medios más altos del mundo.
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