Vivimos tiempos de grave convulsión. En Argentina el disenso se ha convertido en delito. Hay verdades impuestas por el Estado que son los dogmas de la vida nacional y cuya crítica es condenada con insultos e intentos de censura.
Brian Frojmowicz
Coordinador nacional del Centro( Argentina). Estudiante de ciencia política.
En el artículo 14 de la constitución argentina se puede leer que: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber(…), de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. La libertad de prensa es un derecho garantizado por la constitución nacional y sin embargo el gobierno liderado por Alberto Fernández y sus “supporters” de los medios de comunicación atacan a quien piensa distinto.
El presidente ha tenido reiterados diálogos despectivos con periodistas no oficialistas que terminaron en faltas de respeto. Uno de los tantos casos fue con el periodista Jonatan Viale que luego de una pelea radial y de numerosas críticas que le había propinado al gobierno, fue insultado indirectamente por el presidente que retwitteó un mensaje agresivo hacia Viale que luego calificó de “error involuntario”. En las últimas horas el mismo presidente compartió un mensaje agresivo y descalificador sobre el periodista DIego Leuco, creado con el fin de reducirlo y blasfemarlo. Si bien no fue producido por el poder ejecutivo, el presidente no dudó en mostrarlo en sus redes oficiales.
Miriam Lewin, funcionaria del actual gobierno, afirmó en una radio sobre el periodista opositor Baby Etchecopar: “Es anacrónico. Apuntamos a que no sea escuchado en la sociedad”. Como siempre que existe una crítica al gobierno, el otrora anti k Pablo Duggan salió a decir que se había malinterpretado a Lewin. Otra mentira de Duggan. El mensaje es claro. Es censurador y difamador. No respeta la mínima convivencia democrática. Además, Lewin tiene entre sus logros haber destruido a una familia por mostrar como el esposo de una reconocida vedette argentina la engañaba con un travesti. Qué poca sororidad!!!( deberían decir muchas feministas que se callan su voz ante hechos que no responden a su arco ideológico).
En Argentina criticar a la cuarentena y a la forma de llevar a cabo las cosas se ha convertido en un delito sin pena. Los que no acuerdan con el gobierno de Alberto son acusados de querer promover la muerte. Hasta este punto hemos llegado en el delirio argentino. Además, se ha rumoreado en las últimas semanas la posible detención de periodistas acusados de “espionaje” pero que en los hechos remiten a su radical oposición al gobierno.
Cientos de periodistas kirchneristas o afines al gobierno han salido a decir que los periodistas son personas como cualquiera y como tales pueden ser debatidos y confrontados aún por el mismo presidente. Si bien es cierto que los periodistas son seres humanos y pueden equivocarse, es intolerable que los periodistas opositores tengan miedo de expresarse porque son atacados por el oficialismo.
Como estos casos que he nombrado, se alzan muchas voces dentro del periodismo que viven incansablemente el asedio gubernamental y la descalificación por parte de sus mismos colegas por el mero hecho de disentir e investigar. No me interesa Baby Etchecopar, Diego Leuco o cualquier otro periodista en si. Me importa la libertad de prensa y de expresión que es dinamitada por el odio que impulsa el kirchnerismo.
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