Por Guillermo Coronel
En la historia de La Argentina son muy conocidas la sagas que cuentan como erigimos los pilares de nuestro país en una población heterogénea, culturalmente diversa, de orígenes misceláneos y con un basto terreno con lugares por descubrir, esparciendo a lo largo de todos límites posibles el criterio unificador del sentido de nación. Y esto tuvo que ver con nada más y nada menos que con la educación, la argentinización de estas tierras, fue posible a la alfabetización de la población y la concepción del Estado se consolidó gracias a ello.
Pero en la actualidad fuimos dejando de lado Sarmiento para idolatrar Baradel, en donde pareciera que los gremios dirigen las políticas educativas, en donde vemos que se crean universidades que operan como máquinas de adoctrinamiento, en donde lo normal es que haya huelga y las clases nunca empiezan a tiempo y en donde se condenen a los distritos que apoyen a la salida laboral de nuestros jóvenes. Y como si esto no bastara, los centros de investigación como el Conicet y otras entidades públicas similares, se han convertido en nicho para contener a la militancia rentada, lejos de su objetivo principal de generar conocimiento.Para colmo, la política intenta zanjar estas discusiones contraponiendo números, es decir, argumentando que aumentando la partida presupuestaria para las carteras de educación y ciencia se resolvería el problema y se tiran números unos a otros, echándose culpas entre miembros de gabinetes de distintos gobiernos, devenidos en congresistas.
Pero lo peor de todo es que pareciera que se hizo costumbre ver que en algunas escuelas del interior se cuelguen estandartes del Che Guevara, los chicos pasen de grado con 6 materias previas, o que en provincias directamente no haya clases, o para decirlo un poco más elegante, hay provincias que desde hace años no comienzan el ciclo lectivo con normalidad, como Chubut.
El meollo del problema es que los jóvenes que pueden hoy se nos van del país, se exilian en busca de mejores oportunidades, los que quedan, son los jóvenes que están hace años sin clases, y si bien la pandemia ha afectado esta situación, no es razón para justificar años de desidia. Además si estamos cotejando las estadísticas de educación, no debemos pasar por alto los demás datos demográficos que padecemos, como que los jóvenes, que son el futuro del país, en la provincia de Buenos Aires por ejemplo; (la provincia más grande de la nación) hay cifras de un 72% de pobreza infantil según el Indec. Lo que es peor es que a quienes planteamos estos temas se nos suele perseguir y condenar, tildándonos de “neoliberales” o cosas así de la jerga del populismo. Y es urgente que estos debates se tengan que dar porque trae consigo estos interrogantes: ¿Qué futuro les vamos a dejar a nuestros jóvenes? ¿En manos de quién dejaremos el destino de Argentina? …
Lo más doloroso es que se acostumbró la sociedad a esto, por eso nos asombramos que en la Ciudad de Buenos Aires las clases comiencen en verano y a tiempo, o que cuando visitamos el campus de alguna universidad pública esté el edificio limpio y no haya banderas del comunismo nos desorientemos. Y no se puede hablar de estos temas, pareciera ser que estos alarmantes datos sólo les interesa a los políticos en momento de campaña y ni eso…
De hecho, hay planes de estudio de escuelas técnicas que contienen talleres de hojalatería, un oficio de la edad media, y son pocos los valientes se animan a hablar de cambiar los planes de educación. Y ni hablar si hablamos de evaluar, controlar o capacitar a los docentes, que se dedican más a la actividad gremial que a enseñar en mayor medida, salvo escasas excepciones, claro está, todavía deben quedar docentes comprometidos.
¿Cuándo nos vamos a poner a discutir en serio sobre educación? El país en donde pareciera que importa más la ESI que cualquier otra área de conocimiento y en donde el lenguaje que más se enseña no tiene nada que ver con nuestro legado autóctono y nuestros pueblos tradicionales , o con la enseñanza de lenguas extranjeras. si no con el lenguaje “inclusivo” para “todes les chiques”.
Este solo es un mínimo aporte de alguien que considera la situación educación preocupante con el fin de hacer que a los que tienen lugares de decisión se preocupen también porque necesitamos oportunidades de crecimiento en nuestra patria, porque queremos ver a nuestros amigos triunfar acá y que el camino no sea Ezeiza, porque esperamos llegar vivos para ver un país donde la educación esté contemplada realmente como política de Estado, de lo contrario sólo nos quedamos con las típicas frases hechas como que sin educación no hay futuro y demás latiguillos elegantes.
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