La tradición posmoderna del pensamiento ha hecho del relativismo cultural una de sus principales banderas. El rechazo a occidente, nueva fase de acomplejamiento burgués, se confirma con el apoyo directo o indirecto a teocracias reaccionarias como la de los ayatollahs, a Hamás, Hezbolá o en el pasado al nasserismo. Confunden pluralidad con relativismo y terminan cayendo en sus propias contradicciones. Como señala Juan José Sebreli (Dios en el laberinto), apoyan a regímenes que no tolerarían el mínimo disenso y relativismo; existe una verdad absoluta en ellos.
Brian Frojmowicz
Coordinador Eslibertad, estudiante de Ciencias Políticas de Universidad del CEMA.
El asesinato de Soleimani por parte de Donald Trump hizo que muchos miembros de esta nueva burguesía con acomplejamiento, a los cuales les es imposible conciliar su riqueza, su bienestar material producto del esfuerzo de sus padres con su deseo de revolución desde el occidente demoliberal, ha de atacar al “régimen imperialista y yankee” por promover la guerra y la islamofobia.
Cataratas de tweets provenientes de sus iPhones de última generación, desde la comodidad de barrios como Palermo, Barrio Norte, Recoleta o demás ubicaciones burguesas de la ciudad de Buenos Aires, llorando de aquí para allá. Mientra tanto, Irán derriba un avión con civiles y encubría el hecho. A hechos como este, un famoso periodista argentino del diario Página 12 afirmaba que había que culpar a Trump por ser el causante de la acción iraní. Una reducción que puede derivar ad infinitum hasta el inicio de los tiempos donde se cometió el primer asesinato de la tierra. Esa absurda acusación se encuadra dentro del marco de libertad que brinda el occidente democrático donde la libertad de expresión es un baluarte, mientras que en el oriente idealizado por la posmodernidad, salvo en la isla democrática israelí, el Estado es el dueño de la verdad.
Los mismos que defienden las distintas culturas a nivel mundial como igualmente válidas en términos morales, engendran dialécticamente su propia negación: Como se puede sostener la inexistencia de valores universales y a la vez condenar a Trump por asesinar, no condenando a los iraníes por el aniquilamiento de gays, defendiendo a Hezbolá como grupo de liberación y a Hamás como “respuesta revolucionaria” al “apartheid israelí”. Lo que se revela es un auto-odio a la condición de la libertad occidental.
Es curioso. La libertad occidental es mera formalidad para la posmodernidad y las izquierdas progresistas cuando es el statu quo. Hablan como en el mayo del 68, de buscar las reales libertades, las que trascienden al beneficio material y a la estructura burguesa de pensamiento. Todo el que sostiene la importancia de la institucionalidad y la república democrática es acusado de tener una lógica burguesa. Aún más, el trabajador que busca la democracia o se conforma con el capitalismo es denostado por tener falsa conciencia de clase. Nótese la soberbia de los acusadores seriales y su polilogismo ya denunciado por Ludwig Von Mises.
Empero, en tiempos de dictaduras (que no son de izquierda) como en la nefasta experiencia de Videla y sus asesinos, se movilizan en pos de recuperar la democracia cuando son los primeros que cuando logra hegemonizarse buscan destruirla. Recordemos que el PC argentino felicitó a Videla por el golpe y Mario Firmenich pedía la dictadura militar como forma de legitimación de la lucha armada.
El relativismo que promueven los enemigos de la democracia liberal es reaccionario en tanto búsqueda del regreso a formas premodernas de existencias basadas en los populismos (heredero de la homogeneidad fascista y del volkismo), las teocracias totalitarias y los totalitarismos de izquierda como el castrismo.
La juventud posmoderna e irracionalista persigue slogans vacíos de realidad y contenido argumentativo. Se Sostiene a Eva Perón como feminista y revolucionaria cuando ella buscaba el sometimiento de la mujer a su función de ama de casa y seguidora del liderazgo masculino de manera sumisa. Eva detestaba al feminismo al que acusó de ser el paso de lo sublime a lo ridículo y de querer hacer de la mujer un hombre. Hablar del feminismo evitista o peronista es un oxímoron. Otro ejemplo es la figura de Guevara como embanderado de los LGBT cuando sobran pruebas de su homofobia y de su idea de homosexualidad como perversión del gen revolucionario del proletariado. Por ello los quería “reeducar” en sus campos de concentración en Cuba. Para los posmodernos son meros detalles.
El ayatollah Khomenei, líder de la revolución iraní, no fue ningún revolucionario. No impulsó el pasaje de la dictadura del sha a la democracia sino que estableció un régimen infinitamente peor: la teocracia asesina. Él afirmó en una entrevista en referencia a la homosexualidad:
“Si tu dedo sufre de gangrena, ¿qué haces? ¿Dejas que toda la mano, y luego el cuerpo, se llenen de gangrena, o te cortas el dedo? Lo que trae corrupción a todo un país y a su gente debe ser arrancado como las malas hierbas que infestan un campo de trigo. Sé que hay sociedades en las que a las mujeres se les permite darse a sí mismas para satisfacer el deseo de los hombres que no son sus maridos, y donde a los hombres se les permite darse a sí mismas para satisfacer los deseos de otros hombres. Pero la sociedad que queremos construir no permite tales cosas. En el Islam, queremos implementar una política para purificar la sociedad, y para lograr este objetivo debemos castigar a quienes traen el mal a nuestra juventud”
Con lo cual es intolerable cualquier defensa de Irán como del régimen de Castro, como el de Maduro, como de los montoneros o del maoísmo si se defiende la democracia que presupone el imperativo categórico dialógico. El relativismo es un cáncer que ha pervertido el mensaje democrático de pluralidad. Esto no presupone la idea de la derecha cavernícola de la moral única impuesta por el Estado. Es idiota criticar a Irán por sus ideas y después llamar a los gays, sodomitas, como algunos autores pseudo-liberales hacen.
George Orwell decía que en tiempos de engaño universal decir la verdad se convierte en un acto revolucionario. La defensa de la democracia liberal es un acto revolucionario. Atacada por derecha y por izquierda, resquebraja pero se sigue sosteniendo como el mejor de todos los malos sistemas existentes. Somos relativistas si eso significar la existencia de formas de vidas relativas pero no se puede permitir la perversión en relativismo político y cultural. El diálogo, elemento fundante de la subjetividad humana, no debe perderse de vista y aquellos sistemas que no lo promueven no solo son moralmente inferiores y reprochables, sino que se los debe condenar enérgicamente y admitir que con falencias y contradicciones, la democracia liberal es la frontera frente a dicha barbarie.
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