Una pandemia supone un riesgo enorme para cualquier individuo, sin importar donde se encuentre. Sin embargo, el alcance y las repercusiones que esta pueda llegar a tener siempre dependerá de las capacidades que posea la sociedad que la padece, las cuales están condicionadas al sistema político y económico que ahí impere.
Oswaldo Silva Martinez
EsLibertad Leadership Programs Associate
Desde finales del siglo XX, China ha tenido una gran participación en la vida de todos, sus industrias manufactureras tienen presencia en todo el mundo y sus inversiones se extienden -muy profundamente- por el globo, sobre todo en Latinoamérica. Sin embargo, en 2020, no fue el ingenio chino ni su amplia participación en el comercio mundial lo que sorprendió a todos, sino el surgimiento de una sepa mutada del coronavirus (COVID-19), quizás la mayor amenaza para la estabilidad internacional en lo que va de este tormentoso año.
La admisión de la crisis sanitaria por parte del régimen comunista chino, quizás pudo haber llegado muy tarde.
Una nación que representa uno de los mayores mercados globales y cuyos ciudadanos son un amplio sector de los consumidores del mundo, sobre todo en el ámbito turístico, es el epicentro perfecto para el desarrollo de una pandemia. Una que, al principio, se le trató como a un meme, pero que terminó como el detonante de las medidas sanitarias mas extremas en los tiempos modernos.
A pesar de estar combatiendo fuertemente al coronavirus desde el último trimestre del 2019, las medidas preventivas internacionales no se aplicaron a tiempo. Italia, uno de los países mas afectados, ya suma mas de 23 mil casos y mas de 1200 muertes, lo cual es trágico, pero no supone un estado de calamidad del cual los italianos no se puedan recuperar.
Por su parte, en Alemania, se estiman poco mas de 9300 casos y 26 muertes. Lo cual es conservador, tomando en cuenta que su canciller, Angela Merkel, declaró el 11 de marzo que se proyectaba una potencial infección del 70% de la población alemana.
Asimismo, en los Estados Unidos de América, la nación con -quizás- la mayor capacidad para afrontar la pandemia, se han registrado poco mas de 5000 casos y cerca de 100 muertes.
Vale decir que, en los casos mencionados anteriormente, así como otras naciones occidentales, esta pandemia puede tomarse como algo serio (que lo es), pero no supone -en ningún momento- un cataclismo para sus sociedades, es algo que pueden afrontar y resolver. Resulta un fenómeno para el cual están preparados.
Ahora bien, en países como Venezuela, la pandemia del coronavirus si es una grave amenaza a la estabilidad de la sociedad, no solo por los riesgos inherentes de la enfermedad que ocasiona, sino -sobre todo- por los efectos de las medidas que se emplearán para, supuestamente, combatirla.
¿Qué pasa cuando el coronavirus llega a un paraíso socialista?
Lo primero que llama la atención es la corroboración del estatus de pandemia. Aun siendo un país aislado, con una frecuencia de vuelos internacionales baja, Venezuela también se vio afectada por el coronavirus. Presuntamente, a partir de la llegada de venezolanos provenientes de Europa.
Y, en segundo lugar, se puede destacar el tratamiento que se le da por parte de régimen usurpador. En primera instancia, haciendo un llamado de atención, pero, negando cualquier caso confirmado, incluso hasta el punto de sugerir el amedrentamiento hacia personal médico que denuncie los casos (como lo hizo quien usurpa el cargo de Gobernador del Estado Zulia); y luego con la admisión la existencia de casos confirmados y la aplicación medidas extraordinarias. Similar a la receta china.
Así pues, hoy día, con poco mas de 30 casos reportados de infectados con coronavirus (y ninguna muerte), Nicolas Maduro decreta un estado de alarma nacional que supone la restricción del libre tránsito, la prohibición de eventos multitudinarios, la suspensión de actividades comerciales y académicas y el uso obligatorio de tapabocas, en todo el territorio nacional.
Maduro, no solo planea evitar el contagio del coronavirus, sino también terminar de extinguir el poco comercio que subsiste en el país.
Un sistema de salud destruido
Desde la llegada del socialismo del siglo XXI a Venezuela, la salud -así como otros servicios públicos- está (en su mayoría) en manos de un Estado configurado para la proliferación de los esquemas de corrupción. Los hospitales venezolanos han sido descuidados en mas de 20 años de socialismo, la misión barrio adentro solo sirvió de fachada para la importación de mas de 20 mil cubanos en condiciones de cuasi esclavitud, mientras personajes secundarios como Carlos Rotondaro (antiguo presidente del Instituto Venezolano de Seguros Sociales) desfalcaba mas de 100 millones de dólares del tesoro nacional.
En este sentido, se sabe que el sistema de salud venezolano es incapaz de atender la demanda regular de pacientes con diversos padecimientos, y mucho menos cuenta con el personal, la infraestructura, o los insumos para paliar una pandemia.
A esta tragedia se le suma la destrucción de la industria farmacéutica, golpeada por la inseguridad jurídica y los regímenes cambiarios, así como el ahuyento generalizado de la inversión extranjera.
En fin, aun sin pandemia, Venezuela se desangra por sus hospitales y la mortandad es una estadística más. Por eso, la solicitud del régimen socialista al Fondo Monetario Internacional por 5 mil millones dólares en formato de Instrumento de Financiamiento Rápido, no se puede ser interpretado sino como la admisión del crimen y la irresponsabilidad en la administración de la salud publica venezolana.
Medidas para el colapso
Con, al menos, 80% de la población venezolana viviendo por debajo de la línea internacional de la pobreza (menos de 2 dólares al día) resulta obvio suponer que la mayoría de las personas en este país depende de su labor diaria para subsistir. No existe ningún tipo de previsión o margen de maniobra para afrontar una cuarentena nacional.
Cada día, los venezolanos salen a la calle a tratar de ganarse el pan, para al menos garantizar una comida al día para sus familias. Con empresas que trabajan a perdida afrontando una inflación anual superior al 9000% y una creciente economía informal, es de esperarse que el común de las familias no tenga la capacidad de afrontar esta nueva crisis, dentro de la crisis generalizada.
Cabe destacar que, aun si descartamos la movilidad como elemento inherente de la libertad, en Venezuela, poder desplazarse libremente más allá del ámbito geográfico inmediato es una necesidad. Las oportunidades en este país son pocas, así que muchos deben laborar en ciudades distintas a donde residen. Y, al momento de comprar víveres o buscar medicinas, es necesario recorrer múltiples comercios ya que no hay uno solo que esté abastecido con todos los productos de la canasta básica.
Será un problema para los cuerpos de represión del régimen el hacer cumplir el decreto de estado de alarma, lo cual se prestará para la perpetración de abusos de autoridad hacia los ciudadanos.
Del mismo modo, las condiciones precarias del mercado venezolano han hecho poco probable que en la mayoría de los hogares venezolanos se encuentren productos de limpieza, alcohol, gel antibacterial, mascarillas o guantes. Los venezolanos se enfrentarán a la guerra, estando desarmados.
Aunado a ello, los suministros de agua, energía eléctrica, disposición de desechos y aseo urbano también están colapsados y han desmejorado las condiciones de vida del venezolano común, potenciando enfermedades. Un caldo de cultivo perfecto para que la gripe ocasionada por el coronavirus se potencie.
Así pues, sin el dinamismo regular de Venezuela (normalizado domésticamente, pero atípico para estándares internacionales), los individuos no encontrarán alternativas para paliar la crisis y subsistir, mucho menos para combatir la pandemia.
Venezuela es un cuerpo famélico con enfermedad terminal, al cual le acaban de interrumpir el poco flujo de vida que percibía. Así que, antes que el coronavirus, la inactividad podrá ser su causa de muerte.
Lo que pueden hacer individuos libres y responsables
Resulta obvio decir que son justas las medidas que suponen evitar los aglomeramientos y el contacto humano sin protección, pero es algo que se puede realizar sin necesidad de paralizar todo. En condiciones precarias como las de Venezuela, restringir la circulación no afecta solamente al ocio, sino a la búsqueda de los medios de subsistencia de los responsables de familia.
El comercio y la producción no solo puede darse con precaución, sino que debe continuar haciéndose y aumentándose, la parálisis total conllevaría -incluso- al estallido de las burbujas de normalidad que se sustentan de la comercialización de productos importados, negocios que, aunque parecen superficiales, proveen trabajo y sustento a muchos.
El combate de la pandemia debe darse, pero con participación de los mejores. Liderados por los especialistas venezolanos, se deben incentivar las alianzas con las potencias occidentales y sus centros de investigación públicos y privados, antes de tomar esta excusa como una nueva oportunidad para abrirle la puerta al sometimiento cubano.
Todos deben mirar a Venezuela como el caso de mayor irresponsabilidad en el mundo, donde décadas de socialismo nos han hecho incapaces de sortear enfermedades erradicadas a principios del siglo XX, y aun mas vulnerables ante la pandemia del coronavirus. Mientras el régimen socialista esté en el poder, no habrá forma de combatir efectivamente esta y otras coyunturas. Y lo peor del caso es que, iremos perdiendo la batalla sin darnos cuenta.
Así que, no está de más decir que, los regímenes socialistas, inherentemente tendentes al totalitarismo, herméticos con información, corruptos en la administración e incapaces para construir soluciones, son cruces aun mas pesadas y fulminantes que las peores enfermedades que puedan azotar a la humanidad.
Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.